Del absolutismo a la anarquía / De la absoluta necesidad de autonomía para llegar a un fin
Por: Javi Galeano
    
Y es desde ahí, desde el absolutismo de tiempos de Luis XIV, cuando se antoja más necesaria la aparición de una autonomía. Aunque siempre existieron otras anteriormente.
Hablamos de la autonomía del absolutismo, no una autonomía absolutista, es decir de la que conocemos como autonomía ilustrada. Que “gracias” a los varapalos del régimen autoritario del XVII es como llegamos a despertar y conseguir una heautonomía, una autonomía regulada por nosotros mismos, concedida por nosotros mismos. Sí, gracias a sus varapalos y sus cazas de brujas es cuando más necesario es conseguir una autonomía; es cuando nos damos cuenta que no necesitamos de sus regímenes centralistas y opresores que quieren unificar los discursos, para crear mediante la techne, y aun más, crear otras technes, otras formas y normas para autoregularnos a nosotros mismos y llegar a nuestros fines...
Porque esas formas de organizar la religiosidad o la lealtad al rey, no tienen porque llevar la misma forma para organizar la sensibilidad. Se consigue así una autonomía de esos poderes establecidos para explorar que es lo que de verdad sentimos en términos, por ejemplo artísticos. Y no solo en términos artísticos. Una de las características de los ilustrados en esas épocas era sus formas de reunión, en clubes, sociedades, etc. Creando pequeñas esferas públicas. Y esto llevaría a explorar en otros ámbitos: sociales, políticos,…

Es esta época de la ilustración en donde se llega a la absoluta conclusión de que cada uno somos un fin en nosotros mismos, y tenemos el derecho de regir nuestras vidas siendo capaces de otorgarnos normas a nosotros mismos. El germen de la intolerancia, el virus de la indignación.

Es Kant el que trata de buscar un régimen político y social tal, que nos permitiera que todos fuéramos fines en nosotros mismos. Pero nos lanza un imperativo: comportaos de tal manera que vuestra forma de comportamiento sea la forma de comportamiento de los demás. Es decir, no utilizar a nadie para conseguir nuestros propios fines, si no queremos que hagan lo mismo con nosotros.

La ilustración no consiste tanto en determinados principios como en su forma de exposición intelectual. La Ilustración fue una actitud vital. El verdadero ilustrado, marcado por el signo del anticonformismo, piensa combatiendo, su misión es suscitar dudas, destruir supersticiones, provocar enérgicas polémicas y alumbrar programas de actuación capaces de cambiar la manera común de pensar e iluminar un nuevo orden de cosas.

En el seiscientos se sentaron las bases de la Ilustración que sólo se podría desarrollar con un verdadero cambio de mentalidad y un clima histórico favorable.

Se crea un clima más sereno y menos agitado que se refleja en el arte neoclasicista, un arte concebido para el salón frente a los grandes lienzos y para el disfrute y la decoración frente a la exhibición de poder. El mundo es más armonioso y accesible.

Este cambio de mentalidad se puede ver como una “crisis de la conciencia europea” (Paul Hazard) o como el “nacimiento” de la idea de Europa. Y se sitúa cronológicamente entre 1688 (la Revolución Gloriosa en el Reino Unido) y 1714 (fallecimiento del monarca absoluto por excelencia Luis XIV).

Aquellos grupos de artistas y desacoplados con el régimen, que se reúnen en sus pequeñas esferas para poder ensayar su libertad, o un uso privado de la razón, o por otro lado, de la sensibilidad, en el cual se permiten disentir los gustos de la corte y comienzan a aparecer otras formas de sensibilidad, se dan cuenta de otras posibilidades de vida y de percibir la vida, que no son compatibles con la corte y por lo tanto autónomas. A esto le acompañan una serie de ideas como la natura naturata, naturanaturans,…esto es, que cada una de las formas de la naturaleza son susceptibles de desarrollarse autónomamente. Principio por el cual se postula que las criaturas naturales son capaces de crecer y desarrollarse según patrones internos específicos. Un ejemplo claro de ello son los jardines ingleses, en los que se le deja fluir a cada planta. Una perfecta metáfora del nuevo orden político que la burguesía, elemento de la ilustración,quiere instaurar.

'Por Natura naturans debemos entender aquello que es en sí y se concibe por sí, o sea, aquellos atributos de la substancia que expresan una esencia eterna e infinita, esto es, Dios [...] Por Natura naturata, en cambio, entiendo aquello que se sigue de la necesidad de la naturaleza de Dios, o sea, de la de cada uno de los atributos de Dios, esto es, todos los modos de los atributos de Dios, en cuanto se los considera como cosas que son en Dios y que sin Dios no pueden ni ser, ni concebirse'. Lo que Spinoza explica es que la Natura naturans, como substancia y causa, y la Natura naturata, como efecto y modo, se entrelazan en vínculos de mutua inmanencia; por una parte, la causa permanece en sí misma, y por otra, el efecto o el modo permanece en la causa. Para Spinoza, naturaleza y dios son la misma cosa. Estos podrían ser los cauces que llevarían al deísmo.

Todo esto irá entrando en crisis, más evidentemente durante la revolución francesa. De cierta forma los burgueses van llegando al poder. Cuando acaban las guerras napoleónicas, esas ideas ya no tendrán cabida al haberse utilizado hasta la extenuación y neutralizada por alguien que ya no es disidente y ya no conspira en esas pequeñas esferas. La alta burguesía, los comerciantes,...

El final de la autonomía ilustrada nos llega a través de los ejércitos revolucionarios franceses: la movilización de las grandes masas de la población, que luchan motivados, ya que se consideran ciudadanos con derechos. Esto va siendo lo que Foucault llamaría la invención del hombre. Después de las guerras napoleónicas se va inventando al ciudadano, la persona “normal” susceptible de ser organizado en términos masivos. La nueva hegemonía y fuente de poder está en el gusto de la clase media y de la gente que trabaja para ellos. Ya no es la aristocracia de sangre azul. Ahora es una capa cada vez más amplia. El gusto estético pasa de la corte a esa capa social media y burguesa.

Es el momento en el que los artistas románticos del XIX se movilizan contra esas clases “normales” utilizando el inconformismo. Haciendo lo contrario de lo que esta masa hace. En este cuestionamiento hacia esta nueva hegemonía que no deja de crecer como masa, como si de una masa de los zombies que G. A. Romero colocó en un centro comercial se tratara, la autonomía moderna va llegando a la aparición de elementos que le lleven la contraria a esa clase media y nuevo poder. A través de una búsqueda de negatividad. Los artistas indagarán en “las cosas no normales”: la locura, lo exótico, lo nocturno, lo que diferenciaría Kant de lo bello: lo sublime.

Los artistas ahora no deben dejar de moverse, pues las clases medias no paran haciendo que lo que antes era romántico y raro, o simplemente diferente, se convierta en moda. Dinámicas que hacen que la autonomía moderna vaya en una continua migración, de una negación a otra, para encontrar ámbitos que no estaban colonizados. Para mantener viva la capacidad de reacción.

Todos estos artistas y pensadores románticos, de fin de siglo más bien, hasta los 60, quieren quebrar el consenso establecido. Forzar a los burgueses, que han dejado de ser revolucionarios, a hacer una sociedad más abierta, a democratizarla. Los Courbet, los Bodelaires,… se movilizan y buscan en esa negatividad, acumulando energía y “mala leche”, para acabar con esa sociedad establecida.

Es esta negatividad la que construye la autonomía moderna. Buscando lo que nos diferencia de los burgueses. Nos deja fuera y a la vez nos hace candidatos de estar dentro de las altas esferas, pero que si somos astutos sabremos saltar fuera de éstas. Usando sabiamente lo que fue título del libro de Wistler: The gentle art of making enemies.

Pero llegaría al final un momento, años 20 / 30, en el que el capitalismo mutaría para que, con el trabajo en cadena de la época de Ford, las masas tengan acceso a los productos de las élites. El capitalismo en los 60 no tardaría en darse cuenta, de que sacaría más beneficio suministrando mercancías a la gente que nos sentimos diferentes. Marcar la diferencia sería la nueva fuente de plusvalía, y no suministrar a la masa.

No vendería productos iguales a todos, no ese Volkswagen, no ese coche de la gente, de la masa. Sino que los adapta a cada uno. Se incita a ser nosotros mismos. Llegaríamos a lo que Jean Braudillard calificaría como “el sistema de los objetos”, esto es, en la era del consumo, es la sociedad global la que se adapta al individuo.

Es el cambio de la autonomía moderna a lo conocemos como modal. Era en la que se sacará beneficio de los que antes marcaban la diferencia y eran disidentes de los poderes establecidos. Los artistas seguirán indagando en las negatividades y en las rarezas, artistas de las vanguardias: Gerst, Fluxus, … pero eso ahora vende, y vende mucho. Ahora indagar en la negatividad te convierte en alguien “guay”.

La antigua legitimidad de la “normalidad” era atacada por latinos, gays, feministas,… La normalidad ya no era un objeto de poder hegemónico. Nadie quería ser normal. Los dadaístas, los vanguardistas de los 60, o conceptuales como Piero Manzoni, con obras como “Mierda de Artista” se convierten en referentes de una nueva etapa… del capitalismo. A partir de los 60 se descubre que se hace más caja fabricando de forma personalizada. Se empiezan a diversificar los procesos de producción, y a estar basados ya no solo en una única pauta de consumo, sino orientada a la glorificación de la diferencia. Lo que el grupo de música barcelonés Ktulu, dice en una de sus canciones traduciendo el mensaje subliminal que nos manda el capitalismo en los media: “sé sofisticado, destaca no seas uno más, compra nuestro producto como millones más”.

De la misma manera que los artistas tenían que construir su autonomía, su propia capacidad de autorreuglación, frente a la sociedad burguesa del XIX, ahora tienen que hacerlo frente a la diferencia mercantilizada. Tienen que ver que el “enemigo” está adentro, y que tiene que ver con el anhelo de ser diferente. Artistas como los que trabajan en el entorno de la naturaleza, tanto site como non-site, esto son los artistas que utilizan el land art como instrumento de creación de obras, que no se puedan materializar, o copiar para intentar que el capitalismo no sacara de ello plusvalías, saliendo del capitalismo cultural. Pero fue un intento inútil, pues el capitalismo contemporáneo trafica con ideas, con flujos de información. No con objetos sino con conceptos. La autonomía ilustrada programaba a largo plazo, utilizando la estrategia; la moderna era más táctica utilizando la obra de arte en sí, en pequeñas distancias; ahora la modal sería más operacional. Lo que nos permite generar planes dando pequeños pasos, pero sin perder los ni unos ni otros. En busca de una capacidad para articular los diferentes niveles. Una autonomía de los modos de relación. Investigando para encontrar los eslabones de los modos de relación entre lo estratégico y lo táctico, esto es: entre la estética y las obras de arte en sí. Una búsqueda por saber encontrar donde situamos las posibilidades de encontrar dignidad e inteligencia: la autonomía.

Rodchenko nos dice que el arte es un modo de organización. "Si se desea enseñar al ojo humano a ver de una forma nueva, es necesario mostrarle los objetos cotidianos y familiares bajo perspectivas y ángulos totalmente inesperados y en situaciones inesperadas; para ofrecer una representación completa del objeto". Para darnos cuenta qué se nos pasa por alto.

A su vez Hartmann postula: La inteligencia es la función que adapta los medios a los fines. Y que vivimos, por así decirlo, descuidados. Debiendo averiguar cómo nos organizamos, qué se nos pasa por alto para vivir mejor nuestras vidas. Y desarrolla su teoría de los estratos.

Hartmann supuso cuatro capas del ser, las que, con su mutua “sobreformación” y “sobreconstrucción” constituyen la totalidad de la realidad:

a) Las cosas inanimadas forman la capa fundamental, de que traía la Física;

b) Los seres “avivados”, es decir, con vida; forman la capa de lo biológico;

c) Los seres “animados”, vale decir, con alma, forman, gracias a sus experiencias conscientes, la capa de lo psicológico;

d) Los seres espirituales, por la conciencia de sí mismos y por el pensamiento, forman la capa de lo espiritual.

Las capas del ser no pasan lenta y progresivamente unas a otras sino que lo que hay son más bien “simas” o hiatos del ser. Cada estrato o capa del ser y, consiguientemente, cada ciencia especial posee sus categorías propias. Lleva, por ejemplo, a confusión el pretender describir la realidad de lo vivo con las categorías de la mecánica. Así como los pisos de una casa estriban unos sobre otros de modo que el piso superior no puede estar nunca sin el inferior, lo mismo sucede con las capas del ser.

Por ejemplo, lo biológico puede darse sin lo espiritual, pero la inversa no es posible; y lo que por su jerarquía es lo más alto, es en la realidad lo más débil, siendo lo más bajo a la vez lo más fuerte.

Las categorías nos dicen como es el mundo pero no lo agotan. Son más que predicados y menos que principios. Nos dicen cosas sobre el mundo pero no nos permiten llegar a cosas del todo. Y no todos perciben las mismas categorías. Uno puede percibir una cualidad en un objeto experiencia y otro algo muy diferente. Por ejemplo: Las categorías estéticas (no todas las culturas utilizan las mismas, ni los artistas, ni los espectadores): forma-contenido; expresión-representación; sencillez-complejidad; altura-anchura.

Aaron Copland con su libro nos intenta guiar a través de las categorías para saber: “Cómo escuchar música”. Y lo hace con cuatro: ritmo, melodía, armonía y timbre. Así, tanto como ejecutantes o como oyentes, somos más conscientes de ello, y de la intencionalidad de un modo colaborativo. Kant hizo algo similar clasificando categorías dentro de lo sublime: terrorífico, noble y magnífico. Los diferentes órdenes del mundo se explican en diferentes órdenes de categorías. Somos una sucesión de estratos.

¿Y a qué conclusión llegamos tras todos estos conceptos y todas estas guías para comprender el mundo? Posiblemente preferiríamos volver hacia atrás y quedarnos con las palabras de Schiller: “A través de la belleza se llega a la libertad”. Y que cada uno demuestre a través de esos términos que somos libres. Y es que, en verdad, somos libres a través de la belleza y el cultivo de nuestras propias disposiciones, para hacer que aquellos modos de relación en los que somos mejores sean aún más contundentes.

Hemos hecho un recorrido entre "ilustración", "romanticismo y primera vanguardia" y "capitalismo cultural". Hemos visto como la estética conquista su autonomía perfilándose como la disciplina ilustrada por antonomasia como uno de los vectores fundamentales del Iluminismo o de La Filosofía Clásica alemana a la transición de la modernidad. La reflexión estética es inseparable de una teoría de la modernidad y a la inversa.

Nietzsche mirará al futuro y sentenciará: “Sí, si alguna vez la vida llega a organizarse en un Estado perfecto ya no habrá asuntos para la poesía, y serían únicamente los hombres atrasados quienes pidiesen una ficción poética, echarían entonces, melancólicamente, una mirada retrospectiva hacia los tiempos del Estado imperfecto.” Por lo tanto no sería mala idea revelarse, para llegar a un fin, a nuestro fin. Aunque este sea la anarquía que nos libere del yugo capitalista que hoy más que nunca quiere dominarlo todo, desde su hegemónico poder invisible escondido tras tele-operadores robóticos sin forma alguna. Como dijo una vez Johnny Rotten: “No aceptes el viejo orden. Deshazte de él”. Y aunque no sepamos donde están en un principio las categorías para organizarnos, como por ejemplo con la música, pues hasta los punks nos demuestran con su “do it yourself” que saben percibirlas, y en un principio, buscan un fin para saber y aprender cómo organizarnos nuestras significantes vidas. Y si hay que buscar en la anarquía, buscaremos en la anarquía, y/o al menos dejar de ser meras marionetas, o nos rieguen cuales flores de invernadero, como los pseudoartistas, no porque carentes de techne, como los que protagonizan pseudoprogramas musicales de la talla de la voz u operación triunfo, en lugar de aspirar a ser artistas heautónomos.

Y volveremos a ser ilustrados; volveremos a ser románticos o vanguardistas; buscaremos nuestros modos de relación, o acabaremos en una lata al estilo de Manzoni con una etiqueta destinada a una inmensa minoría.

Referencias:

La república de los fines, Jordi Claramonte. Cedeac 2010 Kant: La crítica de la razón pura: Madrid, Tecnos, 2002; Crítica de la razón práctica: Madrid, Espasa-Calpe, 1981; Crítica del juicio: Madrid, Espasa-Calpe, 1999; Lo bello y lo sublime: Observaciones sobre el sentimiento bello y lo sublime 1764 en Konngsbey, Austria. (Biblioteca universal) Internet. Copland, Aaron: Cómo escuchar la música. 3ª ed. Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2005 La crítica de Schelling y la filosofía de Spinoza: Instituto Superior de Filosofía de Valladolid, 2009. HISTORIA DEL MUNDO MODERNO: LUIS RIBOT, ACTAS, 2006 Danto: DESPUES DEL FIN DEL ARTE: EL ARTE CONTEMPORANEO Y EL LINDE DE LA HISTORIA: PAIDOS IBERICA Ilustración y modernidad en Friederich Schiller en el bicentenario de su muerte. Faustino Ocina, Manuel Ramos, eds. 2006 The gentle art of making enemies: James McNeill Whistler Jean Braudillard: El sistema de los objetos (1969). Ed. Siglo XXI, México Nietzsche: Humano, demasiado humano. Madrid, EDAF. 1979 Sobre Nicolai Hartmann: Wagner de Reyna A.- El pensamiento ético de Nicolai Hartmann, Edit. Universitaria, Santiago, 1949. Johnny Lydon “Rotten”: No Irish, No Blacks, No Dogs. Acuarela Libros, Madrid, 2007 Ktulu: Orden Genético. 1994 A algunos autores los he ojeado; otros he releído y otros todavía no han escrito ningún libro, aunque han hablado, a veces, demasiado.
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