Cinco quinquenios o lo que es lo mismo, 25 años, es el tiempo que lleva de andadura el sello discográfico navarro, Gor. Dos décadas y media en la que se han tomado su trabajo como un deber moral lleno de romanticismo por lo que más les gusta: dar a conocer la música.

Y con el mismo romanticismo y sintiéndonos con el idéntico deber de dar a conocer artistas, que ya deberían de estar en boca de muchos, nos dirigimos a la sala Zentral de Pamplona para dar plasmación de la fiesta aniversario del sello independiente con sede en Navarra, que ha editado los primeros trabajos de bandas como: Flitter, Berri Txarrak, Koma, Skalariak, Zea Mays o Lehendakaris Muertos.


Lo venían anunciando unos meses atrás. Iban a celebrarlo en el centro de Iruña contando con la participación de Los del Rayo, Altxatu, Leihotikan y Los Carniceros del Norte. El precio de la entrada era de lo más asequible, alrededor de 7 euros. Y la maestra de ceremonias no iba a ser otra que Yogurinah Borova.

Patxi y Mikel de Gor, junto con Yogurinha subieron al escenario de la Zentral a eso de las 7:30 de una tarde más que cálida en Iruña, en la que ya se estaban celebrando todo tipo de eventos el mismo día. Eso no impidió que muchos se acercaran para ver con puntualidad a la primera banda.

Los primeros en romper el hielo fueron los primeros en estrenar el sello discográfico 25 años atrás, Los del Rayo. El grupo altsasuarra salió con muchas ganas de darlo todo y aprovecharon esa fecha para estrenar su nuevo disco, Sin Alas Para Volar.

Arrancaron con “Amores Prohibidos”, el tema que cierra su último trabajo. Una canción perfecta para un intro que va de menos a más y recoge toda la esencia de la banda de Sakana. Punk rock con tintes de los haceres de grupos como Social Distortion, un gran referente para los navarros.

Pero no todo fueron nuevos temas, ni mucho menos, pues la trayectoria de Los del Rayo tiene en su haber más de un himno pese a que tuvieran que dejar el rock cuando la banda comenzaba a emerger a nivel estatal.



Continuaron con “Huyamos al Infierno” de Miedo al Miedo, primer disco editado por Gor. Seguiría Noches de Bares de su penúltimo trabajo y, tras los saludos de rigor, retomarían con “Me gusta hacer el amor” y “La vida es así”.


Su nuevo single, “Sin alas para volar”, sonaría a continuación y volverían al clásico “Hijos de la Extremadura”. Un tema controvertido para un grupo afincado en Navarra, al ser todos ellos vástagos de la comunidad extremeña, en unos tiempos en los que los prejuicios y la xenofobia eran una realidad latente.

Pasarían seguidamente a tocar “El rey de la autopista” y tras ésta, “Quiero decirte”, un tema del último redondo en el que ha participado el carismático Kutxi Romero pero que no lo haría esta noche. Sería únicamente Juankar el que llevaría la voz cantante de la canción entera. Vocalista que ha venido a sustituir a Patxi “Beltza” ya desde el retorno de la banda con el disco de 2014. El sobrino del batería, Alonso Dávila, es de hace ya mucho uno más en el grupo contando con el apoyo del anterior vocalista con el que todavía tienen contacto y participa en la distancia.

“No te puedo olvidar” y “Preso en tus besos” cerrarían un set en el que se les vio muy confiados sobre el escenario y, sobre todo, pasándoselo en grande.



Y de los veteranos pasaríamos a las nuevas generaciones de rockeros, no sin antes ser presentados por Yogurinha Borova de una manera muy divertida, animando al son de su música a los allá presentes mientras se llevaba a cabo el cambio del back line.



Altxatu, pese a su juventud, están demostrando una gran tenacidad para seguir adelante enfrentándose a lo que será su tercer álbum, para el que ya tienen un primer sencillo que se puede escuchar en las redes, antes de que se publique en otoño al completo.

Comenzaron con “Egia gezurtzen”, “Izenik Gabe Bizi”, pasando rápidamente a “Telebista Itzali” y “Karraka”, temas de su disco de 2014, Hitza. Temas muy punk rockeros. A continuación “Altxatu Nafarroa” y “Lanbroaren Doinua”. En torno a las 21:00 tocarían “Nora goaz” y “Zuretzat gordeak”.

Con la irónica “Badaukat asma” y  “Se tú mismo” consiguieron acercar al público y animarlos con “Milaka Kolorez” y el tema “Amesteko Garaia” de su primer disco en el que Gorka de Leihotikan cogió el micrófono y ganó mucha fuerza en directo.



Y después de poner al alienante “Bakalao” en su sitio (de donde no debería salir), nos presentaron su nueva canción “Atzeko Atea”. Un tema que nos sorprendió gratamente pues se nota la dirección que están tomando estos “txabales” de Lumbier, con un sonido muy grunge al modo de Foo Fighters y con unas melodías que nos recordaron a Weezer.



La influencia del conocido como “rock radical vasco”, de los hermanos Muguruza, del ska (que tanto gusta por estos lares) y de sus paisanos Berri Txarrak es indudable, aunque tal y como pudimos comprobar con su nuevo tema no hacen otra cosa que mirar hacia adelante y buscar nuevos aires. Pero los del norte son muy suyos y se ve que disfrutan con temas tan pachangueros como “Lagunak”, para hacer disfrutar igualmente a su público que gozó de lo lindo.



Para terminar su actuación no pudieron hacerlo de otra manera que con la canción de lo más rockera y que da título a su, hasta el momento, último disco, “Hitza”. Reivindicado la libertad de expresión y el arma más contundente de todas: la palabra.

Llegábamos al ecuador de la velada y Yogurinha estaba ahí para hacer de las suyas, sacando gente a bailar a la pista de Zentral, dando volteretas y siempre sin olvidar su cometido de presentar a los siguientes invitados que, en este caso, no eran otros que Leihotikan.



La banda salió a dar prueba de que son los mayores representantes del punk rock melódico y el hardcore euskaldun, con un pelotazo como “Arestiaren Omenez” de su último disco de estudio, Harold; “Munduaren Leihoa” de su álbum homónimo de 2003 y “Gaur (ez dira pasako)”.

Temas rápidos, breves y contundentes para pasar a otros de ritmos más medios. “Zure Soineko Urdina”, “Bosch” y “Txorimalo” continuarían dando brasa y marcando el carácter reivindicativo de su mensaje.



Seguirían la lección hardcoreta con “Tximaluzedun burusoilak”, “Arga Ibaia” y “Nafarroa” como si de unos Bad Religion de Euskal Herria se trataran. Saltando a su disco de 1998, “Hemen ez da ezer aldatzen” con “Idoloak akatu” para luego pisar un poco el freno con “Zu, zu” y retomar con uno de sus clásicos con tintes jamaicanos: “Kolorea”.

“Aingeru begiak”, “Espero dudan persona bakarra” y “Baliteke” confirmarían que se habían hecho con el público haciendo bailar al personal a cada nota.



Volverían a “Harold” con “Esperantza”, reivindicarían mediante las melodías de “Punk rok” la manera de expresarse con la que tan cómodos se sienten. Toda una “declaración de intenciones”.

“Zerbaitetan sinetsi” y “Bukatu da” habrían servido para poner punto y final a su bolo, a no ser por su insustituible versión hard core melódica de “Ikusi Medizaleak”. Terminaron sudando tinta y transmitiendo toda esa energía al respetable que ya era como una gran familia.



Una vez más Yogurinha salió a caldear al personal mientras algunos ojeaban los discos que la gente de Gor había traído al puesto de merchandishing, donde no faltaba el disco recopilatorio con motivo del aniversario del sello.

Y por fin, pasadas las 11 de la noche, Los Carniceros del Norte se apoderaron del escenario para masacrar los oídos del personal con su post-punk gótico, “Llamando a las puertas del infierno”. Estaba claro que nos iban a deleitar con una oscura “Noche de circo” recordándonos, a través de proyecciones, varios hitos del cine fantástico y de terror como la ya película de culto de Rob Zombie “La casa de los mil cadáveres” o la punta de lanza del expresionismo alemán, El gabinete del “Doctor Caligari”.

Todo un homenaje a iconos del género como “El octavo pasajero” de Ridley Scott se plasmaba como fondo de pantalla, para ilustrar la siniestra banda sonora que los vizcaínos interpretaban.

La sala Zentral se llenó de “Gritos en la noche” con un eco al rock de los 50 y 60. Tintes rocakbillys o, más bien, psichobilly mientras el “Capitán Howdy” pasaba ante nosotros como un mensaje subliminal.

Si hubo una constante en el set de Los Carniceros fue la presencia de “Payasos asesinos” en más de uno de sus temas en los que honran a estos, nada familiares, personajes que forman parte del imaginario colectivo más siniestro y de su disco de 2015, Coulrofobia.

Las baterías disparadas sobre las acústicas sonaron atronadoras y apresuradas mientras Txarly Usher gritaba “Kill baby kill” para seguidamente pasar por la habitación 237 del “Hotel Overlook”. Algo no apto para todos los públicos allí presentes que vinieron acompañados de sus padres para evitar, mediante una mano sobre sus ojos, cualquier tipo de trauma infantil como los protagonistas de la historia de Stephen King padecen en “It”.

Delays, chorus, distorsión y samples arropaban unas letras sangrientas y tenebrosas, abarrotadas de las vísceras que “Los muertos vivientes” dejaban a su paso y que “Los ladrones de cadáveres” no se llevaban y, si a algunos se les había olvidado que pasó con “Nosferatu”, Los carniceros nos aclararon de una manera un tanto irónica que donde vive no es en otro sitio que en Barakaldo. Todo un reflejo oscuro de la sociedad actual estampada en las canciones de la banda.

Al igual que Alex de la Iglesia hizo con su “Balada triste de trompeta”, el grupo vasco nos dejó claro que, afortunadamente, son de un circo muy diferente a los que nos topamos continuamente que,…. "valla tela!"



Sí, Los carniceros del Norte hacen tributo a los payasos más oscuros del cine, pero también hacen mención a los personajes reales que se ocultan bajo máscaras políticamente correctas y amables como las que se ocultaba un asesino en serie como “Gacy”.



El latex y el cuero del vocalista se restregaban por el suelo del escenario, mientras el humo salía de la boca del bajista, Nando Fausto, hasta que uno de los técnicos le recordaba que no podía ser… pero ya nos acercábamos al final del show.



Mientras los cables de los micrófonos se enredaban cada vez más, Hugo Zombie comenzó a hacer sonar las primeras notas de “Nekromanticos”, un tema que nos recuerda mucho a The Cramps, una referencia irrefutable de los vizcaínos. Una canción cuyo videoclip fue grabado en el pueblo fantasma de Otxate en la que igualmente que la voz de Txarly se doblaba (como en el resto de cortes) mediante dos micrófonos, la batería de Gorka Psyko aplastaba las programaciones de Hugo para conseguir, de esta forma, un sonido más contundente. Es de agradecer que cuenten con un batería “orgánico” para los directos, pues le da más frescura a sus interpretaciones sobre escena.


Si está más que clara la influencia que The Cramps han tenido en Los Carniceros, la impronta de Parálisis Permanente sobre este grupo vasco es irrebatible, y quedaría patente con el último corte que sonó en la Gor Gaua, “Un día en Texas”.

Fue un gustazo comprobar como todos y cada uno de los grupos se entregaron esa noche, y más agradable fue darse cuenta que no solo hay cambio generacional en las bandas, sino también en los espectadores. Pues no fueron pocos los niños que se acercaron a Zentral de la mano de sus padres para asistir a un concierto de rock que, seguramente, les habrá marcado, donde disfrutaron tanto o más que sus progenitores.

Esperemos que sea así. Que discográficas como Gor cumplan otros 25 años más y, que se sigan los pasos hacia una difusión de una música llena de honestidad y rebosante de romanticismo, para que nuevas generaciones puedan disfrutar del latido real de la calle hecho rugido, sin miedo a quedar sordos por ello.



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